Paralelamente a la pugna actual entre los países del planeta tierra para poder alzarse con la mayor cantidad de vacunas contra el coronavirus, el debate por la efectividad de las mismas ante la rapidez con la que fueron desarrolladas -las que circulan hoy en día recibieron autorización excepcional por las autoridades sanitarias por el contexto actual- no deja de ser motivo de todo tipo de especulaciones por quienes puedan optar -o aceptar la que se le ofrece, según la Nación de que se trate- al momento de poner el brazo para recibir la tan esperada inoculación.
Es que tanto los medios de comunicación, como así también los dirigentes políticos -en este caso de los partidos contrarios a los del poder de turno- y la población en general, se preguntan una y otra vez sobre las “bondades” de cada una de éstas y su alcance real para poder quedar resguardados de la enfermedad.
Sin embargo, tanto la prestigiosa revista médica The Lancet, como los organismos científicos de cada país, poco a poco van arrojando algo de luz a los interrogantes generados en torno a la seguridad de los componentes utilizados por los distintos laboratorios para desarrollar la medicina -en este caso inyectable- contra el COVID-19.
En Argentina, por caso, son varias las marcas con las que el Gobierno de Alberto Fernández negoció para importar el tan preciado antídoto, siendo una de ellas la desarrollada por el Instituto Gamaleya de Rusia: Sputnik V.
Si bien en un principio despertó lógica desconfianza ya que se disponía de poca información tanto en el ámbito local como en el internacional -sumado además al hermetismo manifiesto de ese país para ciertos asuntos-, una vez que se pudo tener acceso al “prospecto” devino la tranquilidad cuando se avaló el casi 92% de efectividad que prometía contra el virus.
No obstante y ante algunas versiones que daban cuenta sobre personas contagiadas que ya habían recibido una o las dos dosis de la misma, otra vez se volvió a instalar ese debate -y el lógico temor- cuando el propio Jefe de Estado argentino confirmó que había contraído el virus, siendo que él también ya estaba inoculado con la Sputnik V.
A la luz de los acontecimientos, los propios productores de la vacuna rusa aclararon rápidamente que la misma es 91,6% eficaz contra infecciones y 100% eficaz contra casos graves; y que si la infección se confirma y se produce, la vacunación garantiza una recuperación rápida sin síntomas graves.
Paralelamente y al observar la sociedad -por mencionar un caso público- que continuaba evolucionando favorablemente y sin ningún tipo de complicaciones médicas el primer mandatario argentino, hubo una suerte de “borrón y cuenta nueva” con la vacuna de ese país y en la Argentina, por los menos, aguardan con ansías por los nuevos embarques que son transportados a “cuentagotas” por la aerolínea de bandera.
Ahora y mientras la atención está puesta en vacunas de otros laboratorios, ya sea por una supuesta baja efectividad, o bien por efectos colaterales como trombosis, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación argentino dio a conocer un estudio en el que se concluyó que la Sputnik V produce una alta respuesta inmune, aún con una sola dosis aplicada.
En efecto y de acuerdo a lo informado por esa cartera gubernamental, un análisis global sobre la respuesta inmune inducida por la vacuna rusa, en el que participaron 288 individuos, indica que el 94% mostró presencia de anticuerpos específicos tras recibir una sola dosis.
Por otro lado, el estudio también reveló que el 96% de las personas menores de 60 años tienen anticuerpos a los 21 días de la primera aplicación y que en los mayores esa tasa es del 89% (y dos inmunizaciones generan anticuerpos en el 100% de los vacunados, según concluyó la primera etapa de un estudio longitudinal de la Plataforma de Estudios Serológicos de la Provincia de Buenos Aires).
La investigación fue coordinada por el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires en siete hospitales públicos bonaerenses: Evita, Fiorito, Rossi, San Juan de Dios, San Martín, San Roque y El Cruce; y el estudio se realizó a 288 individuos vacunados, 61 de los cuales estuvieron previamente infectados con el nuevo coronavirus SARS-CoV-2.
El trabajo, además, reveló que la cantidad de anticuerpos en personas previamente infectadas que recibieron una sola dosis de la vacuna Sputnik V es 4,6 veces superior a la de aquellos voluntarios sin infección previa que recibieron el esquema de vacunación de dos dosis.
“La vacuna Sputnik V da una respuesta inmune robusta en gran parte de los vacunados. Si analizamos al grupo con previa exposición al virus que se incluyó en el análisis, no se observó un aumento significativo en el título de anticuerpos al aplicar la segunda dosis, sugiriendo que esta población no recibiría un beneficio adicional al recibir una segunda dosis”, manifestó al respecto la líder del estudio, Andrea Gamarnik, quien se desenvuelve como jefa del Laboratorio de Virología Molecular de la Fundación Instituto Leloir (FIL) e investigadora superior del CONICET.
Con el aval médico y científico de una de las tantas vacunas “en danza”, resta aguardar ahora por la conclusiones que vayan arrojando aquellos que se estén realizando sobre otras que por esas horas se encuentran bajo exhaustivo análisis para, una vez disipadas todas las dudas, la población mundial pueda contar con una alternativa o posibilidad más para escaparle a las complicaciones mortales que podría traer el tan temido virus en el caso que hago su ingreso al organismo.